La menstruación no es un lujo: Ilayda Eskiter-Schoğlu y la lucha por la justicia menstrual en Turquía
En medio de una emergencia, lo urgente deja fuera lo esencial. Así comenzó el activismo de Ilayda Eskiter-Schoğlu, una abogada especializada en derechos humanos y activista por la justicia menstrual, cuya conciencia se encendió tras el devastador terremoto de 2011 en Van, su ciudad natal, en Turquía. En medio del caos humanitario, notó lo que nadie parecía advertir: las mujeres y niñas no tenían acceso a productos de higiene menstrual.
“Incluso en una sala llena de mujeres, olvidamos los tampones y compresas”, recuerda Eskiter-Schoğlu. Esa omisión la llevó a reflexionar sobre la pobreza menstrual, un fenómeno global que implica falta de acceso a productos básicos, agua limpia, privacidad, educación y, sobre todo, dignidad. En situaciones de crisis, muchas recurren a trapos, hojas o papel periódico, exponiéndose a infecciones graves.
La menstruación sigue siendo un tabú
El mayor obstáculo que enfrentan Ilayda y su organización “We Need To Talk”, una ONG feminista juvenil, es el estigma. Hablar de menstruación en Türkiye aún se percibe como “inmoral” o “vergonzoso”.
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Para Eskiter-Schoğlu, romper ese silencio es parte de su militancia feminista: “Hablar del cuerpo y del ciclo es también un derecho humano”.
Educación: la deuda pendiente
En Türkiye, como en muchos países, la educación sexual integral no forma parte de los planes escolares. La consecuencia: niñas que viven su primer período sin información ni apoyo, y niños que crecen ignorando esta experiencia.
Según la UNESCO, solo el 39% de las escuelas del mundo enseñan salud menstrual. En EE.UU., el 90% del alumnado cree que las escuelas deberían normalizar la menstruación, según un estudio reciente.


La menstruación cuesta: ¿lujo o necesidad?
Uno de los logros más visibles del activismo de Ilayda fue reducir el IVA a los productos de higiene menstrual del 18% al 10%. Aunque no se eliminó, el cambio representó el reconocimiento gubernamental de que estos artículos no son un lujo. “Los gobiernos no pueden gravar como lujo lo que es esencial”, afirma.
Feminismo, solidaridad y resistencia
El camino ha estado lleno de resistencia. “Nos dicen que lo que hacemos es inmoral”, cuenta Ilayda.
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Sin embargo, la activista se apoya en la solidaridad feminista global y en la sabiduría de su abuela, una mujer analfabeta que crió y educó a siete hijos: “La gente lanza piedras al árbol que da más frutos”.
Para Ilayda Eskiter-Schoğlu, las críticas no son un fracaso, sino la prueba de que su lucha es poderosa y necesaria. La justicia menstrual no es solo un tema de salud o higiene: es una cuestión de igualdad, dignidad y derechos humanos.