El invencible verano de Liliana
“Que haya tenido un gran amor, murmura alguien tímidamente en inglés. Alguien abre los ojos de improviso. La tensión en las manos otra vez. La mandíbula, apretada. El latigazo de reconocimiento que recorre la espina dorsal: caer en cuenta, saberlo todo de golpe, no tener la menor duda. La conciencia funciona a veces así. Alguien conecta los puntos sobre las íes. Sus ojos, recuerda. Sus ojos atribulados. Todo el sol de invierno sobre sus cabellos castaños y, en el rostro a contraluz, en el rostro casi velado, esos grandes ojos detrás de los lentes de aro dorado. Incrédulos. Mortificados. Una pregunta en llamas. Sus ojos, los ojos de mi hermana, y la turbina del avión. Y el paso veloz de las azafatas. Y el aire viciado de tantas respiraciones juntas.”
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