Trabajadoras sexuales: vivir y trabajar en un entorno de violencia

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17 de diciembre se conmemora el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras sexuales, una fecha instaurada en 2003 con el objetivo de visibilizar los crímenes de odio, la discriminación y las violencias que enfrentan millones de personas que ejercen el trabajo sexual en todo el mundo, así como exigir el respeto y la garantía de sus derechos humanos.

La efeméride nació como memoria y homenaje a las víctimas de los asesinatos cometidos por el llamado “Asesino de Green River” en Seattle, Estados Unidos, durante las décadas de 1980 y 1990, cuando fueron atacadas violentamente decenas de trabajadoras sexuales.

Violencias múltiples y discriminación estructural

Las personas que ejercen trabajo sexual viven una realidad marcada por diferentes formas de violencia, muchas de ellas intensificadas por el estigma social, la criminalización y la exclusión sistemática:

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  • Violencia física y sexual: golpizas, agresiones sexuales y abuso por parte de terceros, a menudo sin acceso a protección o justicia.
  • Amenazas y extorsiones: situaciones cotidianas que muchas no pueden denunciar por miedo a represalias y descrédito.
  • Discriminación institucional: tratos violentos o prejuiciosos de parte de autoridades, policías o incluso personal de salud y justicia que niegan protección y servicio.
  • Estigma social: ser identificada como trabajadora sexual sigue generando rechazo que perpetúa violencias y dificultan el acceso a derechos básicos.

Estudios en contextos como México documentan que más del 78% de las personas que ejercen trabajo sexual vivieron violencia o discriminación por parte de policías, y elevadas cifras de abuso por parte de clientes y transeúntes.

Derechos humanos y laborales en juego

Organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, han subrayado que la penalización del trabajo sexual consensuado entre adultos afecta derechos fundamentales: al derecho a la vida, la seguridad personal, la no discriminación, la salud, la libertad de asociación y el acceso a servicios públicos.

El reconocimiento de estas personas como trabajadoras y trabajadores, con derechos laborales y sociales, es señalado como una de las vías para combatir la violencia y la discriminación estructural que sufren.

Hoy, entidades y defensores llaman a que el trabajo sexual sea tratado como trabajo: con protección legal, acceso a servicios de salud, seguridad social y mecanismos efectivos de justicia.

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Importante distinguir: trabajo sexual vs trata de personas

Es fundamental aclarar que una trabajadora sexual es una persona que ejerce su actividad de manera consentida y autónoma, ofreciendo servicios a cambio de remuneración entre adultos.

Este ejercicio voluntario es distinto de la trata de personas con fines de explotación sexual, la cual es un delito grave y una violación de derechos humanos donde la persona es captada, forzada o explotada contra su voluntad.

La mezcla de ambos fenómenos en discusiones públicas o políticas puede derivar en mayor estigmatización y violencias hacia quienes trabajan de manera libre y consensuada, dificultando su acceso a protección y justicia.

El 17 de diciembre no sólo recuerda crímenes del pasado, sino que interpela a gobiernos y sociedades para que:

  • Eliminen la violencia y la discriminación hacia las personas que ejercen trabajo sexual.
  • Reconozcan y garanticen sus derechos humanos y laborales.
  • Proporcionen acceso a justicia, salud y servicios públicos sin prejuicios ni estigmas.

Este día es una oportunidad para promover vidas libres de violencia y dignidad para todas las personas trabajadoras sexuales

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