Del Rape-aXe al esmalte detector: los dispositivos que buscan frenar la violencia sexual
A lo largo de las últimas décadas, distintos métodos y objetos antiviolación han sido creados con el objetivo de proteger a las mujeres, disuadir agresiones sexuales y abrir el debate sobre la autodefensa, la prevención y los límites de este tipo de herramientas.
Algunos han sido aprobados, otros patentados y varios más han generado controversia por los riesgos que implican.
RAPE-AXE: el dispositivo más conocido
El RAPE-AXE es uno de los artefactos antiviolación más difundidos a nivel internacional. Se trata de un dispositivo intravaginal con pequeñas púas orientadas hacia el interior, diseñado para no impedir la penetración inicial, pero sí adherirse al pene del agresor durante el acto, provocándole dolor intenso e imposibilitando retirarlo sin atención médica.
Este dispositivo fue aprobado para su uso en Sudáfrica en 2010, en un contexto de altos índices de violencia sexual. Su creadora lo presentó como una medida disuasiva, pensada para permitir que la víctima escape y denuncie.
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Desde su aparición, el RAPE-AXE ha sido objeto de debates éticos, médicos y legales.
“La Trampa”: una patente de los años noventa
Antes del RAPE-AXE, ya existían ideas similares. En 1993 fue patentado un dispositivo conocido como “La Trampa”, descrito como una bolsa de goma insertable, equipada con lanzas o dientes de plástico dispuestos en círculo en la parte frontal.
Al igual que el RAPE-AXE, no bloquea la penetración, pero al producirse el primer movimiento, los dientes perforan por debajo del glande y lo sujetan, generando dolor inmediato.
La información disponible sobre su uso real es limitada y su mención suele aparecer en registros de patentes y recopilaciones históricas de inventos defensivos, más que en aplicaciones prácticas documentadas.
El “tampón anti violación”
En el año 2000, el inventor Jaap Haumann presentó lo que denominó un “tampón anti violación”, un dispositivo intravaginal que contenía una cuchilla de resorte que, al activarse, podría cortar la punta del pene del agresor.
Este invento fue duramente cuestionado, ya que además de su letalidad potencial, se advirtió que también representaba un riesgo grave para la mujer que lo portara, tanto por fallas mecánicas como por posibles lesiones internas.
Nunca fue aprobado para uso generalizado y permanece como un ejemplo extremo dentro de este tipo de propuestas.
Otras opciones de prevención y alerta
Más allá de los dispositivos intravaginales, en los últimos años se han desarrollado alternativas menos invasivas, enfocadas en la detección temprana o en la alerta inmediata:
- Esmalte de uñas detector, que cambia de color al entrar en contacto con bebidas adulteradas con ciertas sustancias.
- Botones o alarmas personales, que emiten sonidos de alta intensidad para atraer atención y disuadir agresores.
- Pulseras y llaveros de seguridad, diseñados para activar alertas sonoras o enviar señales de auxilio.
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Entre la autodefensa y el debate
Estos dispositivos reflejan una realidad: la violencia sexual persistente y la búsqueda de respuestas individuales ante contextos de riesgo. Los dispositivos, si bien pueden ofrecer sensación de protección, no sustituyen la obligación del Estado de garantizar seguridad, prevención y justicia.
La existencia del RAPE-AXE, La Trampa y otros inventos similares abre una discusión necesaria sobre hasta dónde debe llegar la autodefensa, los riesgos físicos y legales, y la urgencia de atacar las causas estructurales de la violencia contra las mujeres, más allá de cualquier dispositivo.




