Urge construir sociedades inclusivas

Familia y Bienestar

Cada 3 de diciembre, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad recuerda que la inclusión no es un gesto simbólico, sino una condición indispensable para el progreso social.

Aunque el lema de 2025 —“Fomentar sociedades inclusivas para impulsar el progreso social”— apunta a un compromiso global renovado, la distancia entre el discurso y la realidad sigue siendo profunda.

Una vida marcada por obstáculos

En todas las regiones del mundo, las personas con discapacidad y sus familias enfrentan retos estructurales que limitan su participación plena. Entre los problemas más persistentes destacan:

  • Mayor probabilidad de vivir en pobreza, debido a barreras educativas, laborales y sociales.
  • Discriminación laboral: reciben salarios más bajos y están mayormente confinadas a la economía informal, donde la protección es mínima.
  • Sistemas de protección social insuficientes, con coberturas desiguales que no consideran los costes adicionales relacionados con la discapacidad y que con frecuencia excluyen a quienes trabajan en el sector informal.
  • Negación de dignidad y autonomía en muchos servicios de atención y apoyo, donde aún predominan prácticas asistencialistas.

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Estos obstáculos no son aislados: alimentan círculos de exclusión que impactan directamente los tres pilares del desarrollo social —erradicación de la pobreza, empleo pleno y decente, e integración social—, todos interdependientes y imposibles de alcanzar sin una transformación sistémica.

Sin inclusión, no hay desarrollo social

La participación activa de las personas con discapacidad como agentes y beneficiarias del desarrollo es esencial. Incluir la discapacidad en todas las dimensiones de la vida —social, económica, cultural y política— no es opcional: es imperativa para construir sociedades equitativas.

El enfoque de 2025 surge del consenso alcanzado en la Segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, donde líderes de todo el mundo asumieron el compromiso de avanzar hacia comunidades más justas, inclusivas y sostenibles. El mensaje es claro: ningún progreso social es real si deja fuera a una parte de la población.

Lo que revela la evidencia

Las cifras globales muestran la urgencia:

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  • 1.300 millones de personas viven con una discapacidad importante: 1 de cada 6 habitantes del mundo.
  • Algunas mueren hasta 20 años antes que quienes no viven con una discapacidad.
  • Tienen el doble de riesgo de desarrollar afecciones como depresión, asma, diabetes, ictus, obesidad o problemas de salud bucodental.
  • Estas desigualdades sanitarias no provienen de la discapacidad en sí, sino de las condiciones injustas: estigmatización, discriminación, pobreza, exclusión educativa y laboral, y barreras dentro del propio sistema de salud.

Un llamado que no puede esperar

La conmemoración no debería quedarse en un acto protocolario. Las sociedades inclusivas requieren políticas públicas sostenidas, accesibilidad universal, educación sin barreras, empleo digno y sistemas de salud que reconozcan la diversidad humana sin prejuicios.

El progreso social es imposible si no se garantiza la igualdad de derechos, oportunidades y dignidad para todas las personas. Porque una sociedad que excluye, aunque sea a una parte, se limita a sí misma.

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