De heroína a heroína: la historia de Big Mags, la abuela que cazaba pedófilos y dirigía un imperio de drogas
Antes de que internet popularizara a los llamados “cazadores de pedófilos”, una abuela escocesa llamada Margaret “Big Mags” Haney se convirtió en un fenómeno mediático. En enero de 1997, su nombre acaparó titulares tras expulsar a un delincuente sexual infantil del vecindario Raploch, en Stirling, Escocia. Su estilo directo y su discurso de justicia popular la transformaron en una figura matriarcal, temida y admirada a partes iguales.
Su fama creció cuando apareció en el programa Kilroy, donde discutió acaloradamente sobre el “pánico por la pedofilia” y confrontó en directo a dos hombres condenados por abuso infantil. Para muchos, Mags era la voz del pueblo, una mujer dispuesta a hacer lo que las autoridades no hacían. Pero su cruzada ocultaba un lado oscuro que pronto saldría a la luz.
La caída de la heroína del pueblo
Apenas seis meses después de convertirse en heroína mediática, los tabloides británicos revelaron los antecedentes criminales de su familia. Los Haney eran conocidos por una larga lista de robos y agresiones en Stirling. La prensa los bautizó como “La familia del infierno de Escocia”.
Cuando los vecinos descubrieron quién era realmente su “defensora”, la misma comunidad que la había aclamado la expulsó entre gritos y amenazas. Una turba de 400 personas rodeó su casa mientras la policía la retiraba para proteger su vida.

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Aun así, Big Mags siguió siendo noticia. Su nombre aparecía en portadas y programas; los medios parecían incapaces de soltar a la mujer que encarnaba la furia y la contradicción del Reino Unido de los noventa.
La reina de la heroína
En el año 2000, una investigación periodística del Daily Record, liderada por Mark McGivern, reveló la verdad: Big Mags era la cabecilla de una red de tráfico de heroína que operaba desde sus propios pisos, conocidos como el “Hotel Haney”.
Ganaba hasta 1.000 libras esterlinas al día con la venta de drogas y recibía además 1.200 libras mensuales en beneficios estatales. El reportero McGivern llegó a infiltrarse en su entorno y presenciar la venta de heroína a plena luz del día.
En una operación encubierta, la policía arrestó a cuatro miembros del clan Haney, incluido su hijo y su hija. En 2001, el Tribunal Superior de Edimburgo la sentenció a 12 años de prisión. Su hija Diane recibió nueve, su sobrina Roseann siete y su hijo Hugh cinco.
Entre la abuela y la gánster
Para su nieta Cassie Donald, que tenía solo diez años cuando su familia fue encarcelada, la historia de su abuela nunca fue solo blanco o negro. “Dos cosas pueden ser ciertas a la vez”, dice. “Podía ser una narcotraficante que destruyó vidas, pero también una abuela amorosa y protectora”.
El policía retirado Simon McLean sugirió en un podcast de la BBC que Mags colaboraba con la policía a cambio de protección, lo que explicaría por qué su red de narcotráfico operó tanto tiempo sin ser desmantelada.

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Big Mags Haney murió en 2013, a los 70 años, tras una batalla contra el cáncer. Para algunos, fue una justiciera brutal; para otros, una criminal inteligente que supo jugar con la moral de una sociedad ansiosa de héroes.
Su historia sigue resonando como un retrato incómodo de los límites entre la venganza, la justicia y el poder.




