Embarazos no planificados en adolescentes: urge reforzar prevención y protección

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Este 26 de septiembre, cuando se conmemora el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, la atención vuelve a centrarse en una problemática que sigue vigente en México y América Latina: la necesidad de ofrecer información, educación y servicios sanitarios accesibles para que las adolescentes puedan ejercer su autonomía reproductiva sin riesgos.

¿Por qué es importante prevenirlo?

El embarazo en adolescentes interrumpe proyectos de vida, compromete la salud física y mental de las jóvenes y reproduce desigualdades. En 2024, se registraron 65,207 embarazos en niñas y adolescentes en México, muchos casos con progenitores adultos.

Uno de cada cinco embarazos en menores de 15 años ocurrió con un padre mayor, lo que expone violencias estructurales.

¿Cómo prevenir el embarazo adolescente?

Las estrategias más eficaces se centran en tres ejes que deben complementarse desde políticas públicas con enfoque de género:

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  1. Educación integral para la sexualidad
    Brindar a adolescentes información veraz sobre su cuerpo, el consentimiento, los derechos sexuales y reproductivos, y los métodos anticonceptivos.
  2. Acceso a servicios de salud amigables
    Clínicas con personal capacitado, confidencialidad y disponibilidad de métodos anticonceptivos gratuitos o de bajo costo.
  3. Entornos de apoyo y acompañamiento
    Involucrar familias, comunidades, escuelas y colectivos para que el cuidado y la prevención no recaigan exclusivamente en la joven.

La petición de Sheinbaum: reportar embarazos en menores

En julio de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió que los embarazos en niñas menores de 18 años sean reportados al Ministerio Público, pues podrían constituir delitos penales si implican abuso o relaciones con adultos.

En su reaparición pública al conocer los casos difundidos por colectivos feministas, señaló que los hospitales, públicos o privados, que atiendan partos de niñas y adolescentes deben cumplir esa obligación legal de denuncia.

Este requerimiento no es sólo simbólico, responde a la urgencia de articular protección jurídica con prevención. Al visibilizar estos hechos, se reconoce que muchos embarazos adolescentes no son fruto del azar, sino de violencias estructurales ignoradas.

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Un llamado urgente

El embarazo adolescente no es un error individual: ocurre en contextos de desigualdad, violencia de género y falta de oportunidades.

Para prevenirlo con éxito, es necesario que el Estado, las instituciones educativas y de salud, así como las organizaciones sociales, promuevan una estrategia integral, con enfoque de derechos, equidad y género.

No bastan los datos y las denuncias: es necesario actuar con respaldo institucional, fortalecer los servicios y asegurar que adolescentes puedan decidir sobre su vida sin morir por causas evitables ni cargar el peso del silencio y del abandono.

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