Vitamina D: el aliado para unos huesos fuertes
La vitamina D puede no tener la fama de las “superfrutas” o de los antioxidantes, pero su función es vital: permite que el cuerpo absorba el calcio de los alimentos y lo lleve a los huesos. Sin ella, ese nutriente esencial no tendría el mismo impacto.
Pero el calcio no trabaja solo. Para mantener un esqueleto fuerte, también se necesitan fósforo y magnesio. Si los niveles de estos minerales bajan, el organismo entra en “modo de emergencia”: activa la vitamina D en su versión más potente, el calcitriol, que extrae calcio de los huesos para equilibrar el cuerpo. A largo plazo, este mecanismo puede debilitarlos.
El magnesio resulta igualmente clave, ya que sin él la vitamina D no se activa de manera adecuada. Por eso, muchos suplementos para la salud ósea combinan estos nutrientes.
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Otro protagonista es el colágeno, la proteína que funciona como andamio sobre el que se fijan los minerales. Para producirlo, el cuerpo necesita vitamina C, presente en cítricos, kiwis o pimientos. Sin esta combinación, los huesos pierden elasticidad y resistencia.
Además, hay otros actores que completan la ecuación: proteínas, vitamina K, zinc, fósforo, manganeso y calcio, todos ellos reconocidos oficialmente por su papel en el mantenimiento de huesos sanos.
La gran pregunta es: ¿de dónde obtenerlos? La respuesta está en tres vías principales:
- El sol, que estimula la producción natural de vitamina D con sólo unos minutos de exposición diaria.
- La dieta, rica en pescados como salmón o sardinas, además de alimentos fortificados, nueces, espinacas, semillas y frutas cítricas.
- Los suplementos, recomendados cuando la alimentación y la exposición solar no alcanzan los niveles óptimos.
En definitiva, una combinación equilibrada de sol, buena alimentación y, si es necesario, complementos, es la fórmula para mantener unos huesos fuertes y saludables durante toda la vida.




