Omnisexual: más que atracción a todos los géneros
En el vasto espectro de orientaciones sexuales que existen actualmente, el término omnisexual ha ganado visibilidad, aunque sigue siendo ampliamente desconocido o malinterpretado.
Ser omnisexual significa experimentar atracción emocional, romántica o sexual hacia personas de todos los géneros, pero con una particularidad que lo distingue de otras etiquetas similares: el género sí importa.
A diferencia de lo que ocurre con la pansexualidad, que a menudo se define como una atracción sin importar el género, en la omnisexualidad este aspecto se reconoce, se percibe y puede influir en la forma en que se vive la atracción.
Una persona omnisexual podría sentirse atraída tanto por hombres cisgénero como por mujeres trans, personas no binarias, agénero, bigénero o cualquier otra identidad, pero experimentará esa atracción de maneras distintas. No se trata sólo de amplitud, sino también de matices. Como explican desde el portal Medical News Today, para quienes se identifican así, el género de la otra persona no es un impedimento, pero sí una parte relevante de la conexión.
Aunque a menudo se confunde con la pansexualidad o la bisexualidad, la omnisexualidad tiene características que la hacen única.
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Las personas bisexuales pueden sentirse atraídas por dos o más géneros, pero no necesariamente todos; las pansexuales no toman en cuenta el género como factor, mientras que las omnisexuales sí lo consideran, lo reconocen e incluso pueden tener preferencias dentro de ese amplio abanico.
Esta identidad refleja una mirada consciente del género como algo que no limita, pero que sí influye.
Orientación | Atracción | Presencia del género |
---|---|---|
Omnisexual | A todos los géneros | Sí, es un factor |
Pansexual | A todos los géneros | No (ciego al género) |
Bisexual | A dos o más géneros | Variable |
Datos recientes muestran que, aunque es una orientación minoritaria, cada vez más personas la adoptan como parte de su identidad. Una encuesta global de Ipsos señala que alrededor del 1 % de la población se identifica como pansexual u omnisexual, y ese porcentaje puede alcanzar el 2 % en países como Estados Unidos.
Además, un informe del Trevor Project reveló que el 64 % de los jóvenes LGBTQ en su estudio se identificaban como parte del espectro multisex, es decir, con atracción hacia más de un género; de ellos, una fracción importante mencionó explícitamente la etiqueta omnisexual.
Esta orientación, como otras dentro del espectro de la diversidad sexual, también enfrenta prejuicios y estigmas. A menudo se la tacha de “confusión”, “promiscuidad” o “fase”, lo cual refuerza discursos binarios que no dan lugar a matices.
Sin embargo, para muchas personas, asumirse omnisexual ha sido una forma de nombrarse con precisión, de reconocerse y de compartir su experiencia sin tener que encajar en categorías rígidas. No implica necesariamente mantener relaciones múltiples ni una forma específica de vincularse; una persona omnisexual puede ser monógama, poliamorosa o aromántica, como cualquier otra orientación.
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Hablar de omnisexualidad, visibilizarla y diferenciarla no es solo un ejercicio académico o lingüístico. Es, sobre todo, una forma de validar la experiencia de quienes no se sienten representados por las categorías tradicionales.
Es una invitación a ampliar el lenguaje del deseo y del afecto. Y es también, como en toda lucha por la diversidad, un acto político: nombrarse para no ser borradas, reconocerse para ser respetadas.