Lo que debes saber sobre el consentimiento entusiasta

Sexualidad

En el centro del debate sobre las relaciones sexuales seguras y respetuosas, ha cobrado fuerza el concepto de consentimiento entusiasta, una forma de entender el consentimiento que va más allá del simple “no es no”.

En lugar de asumir la disponibilidad sexual por omisión o pasividad, este enfoque parte de una premisa clara: toda práctica sexual debe contar con una afirmación clara, activa, libre y entusiasta por parte de todas las personas involucradas.

El término ha sido difundido ampliamente por organizaciones como RAINN (Red Nacional de Violación, Abuso e Incesto, por sus siglas en inglés) y se ha incorporado en diversas campañas de educación sexual en universidades, medios de comunicación y marcos legales en países como España, Estados Unidos, Canadá y Suecia.

¿Qué implica el consentimiento entusiasta?

De acuerdo con la Universidad de Yale y la Planned Parenthood Federation of America, el consentimiento entusiasta debe cumplir con cinco principios básicos, resumidos en el acrónimo FRIES:

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  • Freely given (dado libremente): sin presión, coerción, manipulación o influencia de drogas o alcohol.
  • Reversible: puede retirarse en cualquier momento, incluso si ya ha comenzado el acto sexual.
  • Informed (informado): todas las partes deben conocer a qué están accediendo.
  • Enthusiastic (entusiasta): debe haber deseo genuino y explícito de participar.
  • Specific (específico): aceptar una práctica no implica aceptar todas las demás.

Este marco rechaza la idea de que el silencio o la falta de resistencia equivalen a consentimiento. En palabras de la organización feminista Amnistía Internacional, “el consentimiento debe ser un acuerdo voluntario dado como resultado de la voluntad libre de una persona. No puede entenderse que existe cuando hay miedo, intimidación, coerción o incapacidad de decir no”.

Legislación y desafíos

En España, la reforma de la ley del “solo sí es sí”, aprobada en 2022, adoptó el consentimiento afirmativo como base jurídica para determinar agresión sexual. De esta manera, se eliminó la exigencia de probar violencia o intimidación. En su versión más avanzada, el consentimiento entusiasta exige no solo un acuerdo explícito, sino también un ambiente de deseo mutuo, comunicativo y respetuoso.

Sin embargo, aún existen resistencias y confusiones culturales. Según el estudio Consent: A Memoir de la periodista estadounidense Vanessa Springora, el consentimiento legal puede existir sin que haya realmente libertad o deseo, especialmente en relaciones marcadas por diferencias de poder.

Por eso, activistas y educadores insisten en que el consentimiento entusiasta no solo es legal, sino ético y empático.

Educación sexual: clave del cambio

El concepto también ha sido adoptado en programas educativos en México, como los impulsados por GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) y diversas colectivas feministas.

La idea es clara: una educación sexual integral no puede limitarse a la biología, sino que debe incluir componentes de consentimiento, placer, límites y comunicación.

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En un entorno donde los casos de violencia sexual siguen siendo alarmantes —de acuerdo con el INEGI, en México el 49.7% de las mujeres ha experimentado violencia sexual a lo largo de su vida— promover el consentimiento entusiasta no solo ayuda a prevenir abusos, sino que fomenta relaciones más igualitarias y saludables.

Más allá del “no es no”

El consentimiento entusiasta transforma la forma en que entendemos las relaciones íntimas.

No se trata sólo de evitar una violación, sino de garantizar que cualquier encuentro sexual ocurra en un contexto de libertad, deseo y mutuo acuerdo. En ese sentido, el consentimiento no es sólo una barrera legal, sino una práctica ética y política que reconoce la autonomía y humanidad del otro.

Porque cuando hablamos de consentimiento, sólo el sí claro, libre y entusiasta es sí.

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