Mujeres con Alas: Käthe Kollwitz, arte que lloró la guerra
Käthe Kollwitz, nacida como Käthe Schmidt el 8 de julio de 1867 en Königsberg, fue una grabadora, pintora y escultora alemana cuya obra dejó una huella imborrable en el arte moderno, gracias a su enfoque profundo y comprometido con el sufrimiento humano, la desigualdad social y las consecuencias de la guerra.
Primeros años y formación
Desde su infancia, Kollwitz creció en un ambiente influido por el pensamiento socialista y la espiritualidad luterana. Su padre, Karl Schmidt, impulsó su talento artístico desde temprana edad, gestionando su formación con clases de dibujo y copia de moldes. A los 16 años, Käthe ya plasmaba en papel la vida de trabajadores y campesinos, temas que marcarían el eje central de su carrera.
Como las universidades alemanas no aceptaban mujeres, Käthe se formó en la Escuela de Arte para Mujeres de Berlín, donde estudió bajo la tutela de Karl Stauffer-Bern y conoció la obra de Max Klinger, cuyas preocupaciones sociales influenciaron profundamente su estilo y ética artística.
En 1891 se casó con el médico Karl Kollwitz y se trasladó a Berlín. Vivieron en un barrio obrero, experiencia que alimentó su compromiso social.
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La pobreza, la lucha obrera y la maternidad fueron temáticas recurrentes en sus primeros trabajos. En 1898, comenzó a impartir clases en la Escuela de Mujeres Artistas de Berlín y, más adelante, incursionó en la escultura.
El arte y la guerra
La vida de Kollwitz se transformó profundamente con la Primera Guerra Mundial, especialmente tras la muerte de su hijo Peter en combate. Este dolor se convirtió en una motivación pacifista y política, canalizada a través de obras como el grabado en madera dedicado a Karl Liebknecht en 1919.
Entre 1920 y 1925, creó una de sus series más impactantes: los Siete Grabados sobre la Guerra, una denuncia desgarradora de la violencia, el luto y la injusticia. Obras como El Sacrificio, La Viuda, Las Madres y Los Voluntarios muestran la agonía de los civiles, especialmente de las mujeres, durante los conflictos armados.
Su talento y valentía la llevaron a ser la primera mujer miembro de la Academia de las Artes de Prusia en 1919. Sin embargo, en 1933 fue obligada a dimitir por el régimen nazi. Años después, sus obras fueron incluidas en la exposición de “Arte Degenerado” (Entartete Kunst), en un intento por desacreditar su mensaje.
Durante el Tercer Reich, su vida fue marcada por el hostigamiento político y la destrucción de su estudio en los bombardeos. Aun así, continuó creando.
Su última serie, Muerte, refleja el duelo por su esposo y la cercanía de su propio final, que llegó el 22 de abril de 1945, poco antes del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Käthe Kollwitz y su legado
El legado de Käthe Kollwitz se mantiene vivo. Su escultura “Madre con su Hijo Muerto” se encuentra en el centro del Neue Wache en Berlín, como monumento nacional a las víctimas de la guerra y la tiranía. Además, existen cuatro museos dedicados exclusivamente a su obra, en Berlín, Colonia, Moritzburg y Koekelare.
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Desde 1960, el Premio Käthe Kollwitz reconoce el arte comprometido con la justicia social.
Su influencia ha trascendido el tiempo: en 2017, Google la homenajeó en su 150 aniversario y ese mismo año se realizó una exposición en su honor en la Galería Ikon de Birmingham. Incluso un asteroide, el (8827) Kollwitz, lleva su nombre.
Käthe Kollwitz transformó el dolor en arte, la denuncia en belleza, y el arte en memoria. Su obra no sólo relata la historia de una madre, una artista o una mujer, sino la de millones que han sufrido los embates de la injusticia y la guerra.