Intersexualidad: visibilizar para garantizar derechos
Donde el binarismo de género aún domina la mayoría de las leyes, normas sociales y sistemas de salud, hablar de intersexualidad no sólo es necesario: es urgente.
Las personas intersexuales existen, y negar su presencia es una forma más de violencia estructural.
La intersexualidad se refiere a aquellas variaciones naturales en las características sexuales (cromosomas, gónadas, genitales, niveles hormonales) que no encajan estrictamente en las definiciones típicas de masculino o femenino.
Según datos de Naciones Unidas, hasta un 1.7% de la población mundial nace con rasgos intersexuales, lo que equivale, aproximadamente, al mismo porcentaje de personas con cabello pelirrojo.
Sin embargo, a diferencia de la visibilidad que se le da a otros aspectos de la diversidad humana, la intersexualidad sigue siendo silenciada, patologizada y estigmatizada.
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Durante décadas, miles de personas intersexuales han sido sometidas a intervenciones quirúrgicas irreversibles en la infancia o adolescencia para “normalizar” sus cuerpos sin su consentimiento, una práctica que diversos organismos internacionales han calificado como una forma de violencia médica y violación a los derechos humanos.
En 2013, el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura condenó estas intervenciones no consentidas y urgió a los Estados a prohibirlas. Lo mismo han hecho el Comité contra la Tortura, el Comité de los Derechos del Niño y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Intersexual no es igual a ser…
Es fundamental subrayar que ser intersexual no es lo mismo que ser trans, ni implica una identidad de género específica.
La intersexualidad es una condición corporal, mientras que la identidad de género y la expresión de género se refieren a cómo una persona se identifica o se muestra socialmente.
Las personas intersexuales pueden ser hombres, mujeres, personas no binarias, o identificarse de múltiples formas.
Intersexual en lo legal
El problema no es su existencia, sino la forma en que los sistemas —educativos, médicos, jurídicos— insisten en borrar, invisibilizar o corregir lo que consideran una “anomalía“.
La falta de reconocimiento legal en la mayoría de los países impide a las personas intersexuales acceder a derechos básicos, como una identidad jurídica acorde a su realidad corporal o mecanismos de justicia cuando han sido víctimas de prácticas médicas forzadas.
La ONU, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y organizaciones como Intersex Human Rights Australia han hecho llamados reiterados a los Estados para adoptar marcos legales que protejan la autonomía corporal, garanticen el consentimiento informado y aseguren el acceso a una atención médica ética, respetuosa y no invasiva.
En América Latina, el tema comienza a abrirse paso. En países como Argentina y Chile, se han impulsado debates legislativos y protocolos médicos que reconocen la existencia de personas intersexuales y su derecho a no ser intervenidas quirúrgicamente sin necesidad médica urgente ni consentimiento informado.
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Sin embargo, la mayoría de los Estados aún no cuentan con políticas públicas integrales para esta población.
Visibilizar la intersexualidad no es una cuestión de identidad, sino de derechos humanos. Las personas intersexuales existen, y su reconocimiento es parte esencial de construir una sociedad más justa, informada y libre de violencias normativas.
La lucha por la autonomía corporal no puede seguir ignorando a quienes desde el nacimiento han sido forzados a vivir en cuerpos que otros decidieron por ellos.