Emergencia menstrual en Gaza: crisis que afecta a 700.000 mujeres y niñas

Ellas Dicen

Mientras el conflicto en Gaza continúa agravándose, una emergencia silenciosa está afectando a casi 700.000 mujeres y niñas: la escasez crítica de productos de higiene menstrual, con consecuencias devastadoras para su salud, seguridad y dignidad.

Según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), se necesitan 10,4 millones de compresas al mes, pero las existencias están prácticamente agotadas.

Desde el bloqueo total impuesto por Israel y el cierre de pasos fronterizos el 2 de marzo, los kits de dignidad —que incluyen compresas, jabón y otros artículos básicos— no han podido ingresar a la Franja de Gaza, lo que ha disparado los precios de los pocos productos disponibles hasta cinco veces su valor previo a la guerra.

“No se trata sólo de una escasez de suministros, sino de una verdadera crisis de salud, dignidad y protección”, advierte la OCHA, que alerta del creciente impacto en los derechos humanos de las mujeres y adolescentes palestinas.

Riesgo de infecciones y violencia por falta de higiene

La higiene menstrual deficiente, explican las agencias de la ONU, aumenta el riesgo de infecciones ginecológicas, al tiempo que expone a mujeres y niñas a violencia de género, acoso y explotación.

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El aislamiento derivado de las restricciones de movimiento, sumado a la falta de privacidad y servicios esenciales, está forzando a muchas a recurrir a estrategias de supervivencia peligrosas.

En refugios superpoblados, sin agua ni acceso a baños seguros, muchas deben usar ropa vieja, trapos o esponjas en lugar de compresas, lo que eleva drásticamente el riesgo de enfermedades.

La inseguridad del agua, que afecta al 90% de los hogares, obliga a las familias a elegir entre beber, cocinar o lavarse.

Algunas mujeres incluso reducen la ingesta de alimentos o líquidos para evitar usar baños en malas condiciones, lo que compromete aún más su salud física y mental.

Según el UNFPA, las adolescentes describen la menstruación como un momento de vergüenza, ansiedad y aislamiento, especialmente en contextos de desplazamiento forzado, donde la privacidad es inexistente.

La falta de acceso a productos básicos agrava el estrés emocional que ya enfrentan por la situación de conflicto.

Ayuda limitada y riesgos crecientes para la salud pública

Pese a los desafíos logísticos, las agencias de la ONU han logrado entregar toallas sanitarias a más de 300.000 mujeres y niñas, junto con ayuda financiera que ha permitido a unas 150.000 personas adquirir artículos esenciales.

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Sin embargo, la magnitud de la crisis supera con creces la capacidad actual de respuesta.

A esta emergencia se suma un alarmante nivel de acumulación de residuos sólidos en la ciudad de Gaza, donde más de 250.000 toneladas de basura sin recoger están creando condiciones propicias para la propagación de enfermedades. La falta de combustible y vehículos ha limitado gravemente la capacidad de limpieza municipal.

Lo que parece una necesidad básica —gestionar la menstruación de forma segura y digna— se ha convertido en un privilegio inalcanzable para cientos de miles de mujeres y niñas palestinas.

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