Así negaban a las mujeres mexicanas el derecho a una cuenta bancaria
Durante gran parte del siglo XX, las mujeres mexicanas fueron excluidas del sistema financiero bajo la sombra del control masculino.
Aunque hoy parece impensable, no siempre tuvieron derecho a abrir una cuenta bancaria por sí solas. La lucha por este derecho básico es uno de los muchos ejemplos de cómo la autonomía económica femenina fue limitada legalmente en México.
Una historia reciente de desigualdad
En México, hasta la década de 1970, muchos bancos exigían el consentimiento del esposo o padre para que una mujer pudiera abrir una cuenta de ahorro o cheques. En los 60 algunos bancos habían comenzado a permitir que las mujeres tuviesen cuentas, pero esto dependía del criterio de quienes las atendía y de la institución.
Esta práctica no se sustentaba en una ley explícita, sino en usos y costumbres institucionales profundamente patriarcales, que reflejaban el código civil de la época, el cual consideraba a la mujer como jurídicamente subordinada al varón dentro del matrimonio.
Fue apenas en 1974, con la reforma al artículo 4° constitucional —que estableció la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer—, que comenzaron a desmantelarse estas trabas sistemáticas.
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Sin embargo, la resistencia cultural dentro de las instituciones bancarias se mantuvo por años. Muchos bancos continuaban requiriendo la firma del esposo para ciertos trámites hasta los años ochenta, cuando comenzaron a generalizarse nuevas normativas internas que reconocían a las mujeres como sujetas plenas de derechos financieros.
Una barrera para la autonomía
No poder abrir una cuenta bancaria limitaba profundamente la autonomía económica y profesional de las mujeres.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 1970 sólo el 17% de las mujeres mexicanas estaban incorporadas al mercado laboral formal, y muchas carecían de mecanismos para administrar su propio dinero.
El control de los recursos económicos es una de las formas más profundas de subordinación de las mujeres: sin cuentas bancarias propias, muchas mexicanas eran económicamente dependientes incluso cuando generaban ingresos por su cuenta.
El presente aún tiene deudas
Hoy en día, el acceso bancario ha mejorado significativamente. De acuerdo con el reporte más reciente de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), el 65% de las mujeres mexicanas tiene al menos un producto financiero formal.
Sin embargo, aún enfrentan obstáculos: menos del 40% de ellas tiene acceso al crédito formal, y muchas siguen dependiendo de prácticas informales para administrar su dinero.
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El camino hacia la igualdad económica ha sido lento y muchas veces silencioso.
Recordar que las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria sin permiso hace apenas unas décadas permite dimensionar la lucha por derechos que hoy consideramos básicos, pero que costaron años de resistencia feminista.