¿Y si yo cargo los condones?

Ellas DicenSexualidad

Hablar de mujeres que llevan condones en su bolso todavía provoca miradas inquisitivas, risas incómodas o juicios de valor. Sin embargo, tener preservativos no es sinónimo de sexo desenfrenado, sino de responsabilidad, conciencia sexual y autocuidado. Entonces, ¿por qué sigue siendo un tabú?

En el imaginario social aún pesa la idea de que el hombre es quien “debe” llevar el condón. Si una mujer lo hace, se le etiqueta como “fácil”, “urgida” o “con experiencia”, en un tono que busca menoscabar su dignidad.

Cuidarse no debería avergonzar a nadie, mucho menos en un país como México, donde los datos muestran que aún hay retos pendientes en salud sexual.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021, el condón masculino es el método más usado entre jóvenes, pero una de cada dos mujeres de entre 15 y 19 años no utilizó ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. ¿La razón? Muchas no se sienten en posición de exigirlo o simplemente no tienen acceso al condón en ese momento.

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Además, según datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), México es el país de la OCDE con la tasa más alta de embarazos adolescentes. Esta realidad evidencia una necesidad urgente: que las mujeres tengan el poder de decidir sobre su cuerpo, su placer y su protección, sin depender del otro.

Muchas mujeres cargan condones por una razón muy clara: se han enfrentado a hombres que ponen excusas para no usarlo. Desde el clásico “no se siente igual” hasta el chantaje emocional del tipo “¿no confías en mí?”, la negativa masculina al uso del preservativo sigue siendo un problema.

Cargar condones es una forma de prevenir infecciones de transmisión sexual (ITS), embarazos no deseados y sobre todo, una manera de elegir con libertad.

Pero no basta con repartir condones en eventos de salud o pegarlos en los baños. Es necesario cambiar el discurso. Una mujer que lleva preservativos no es menos valiosa, no se “rebaja, ni está pidiendo sexo. Está ejerciendo su autonomía.

El estigma tiene que parar: la libertad sexual no es exclusiva para los hombres, y la prevención no debería depender del género. Entonces, la próxima vez que te pregunten: “¿Y tú por qué traes condones?”, puedes responder con claridad: “porque me quiero, me cuido y me respeto”.

La sexualidad consciente, deseada, consensuada y protegida no es motivo de vergüenza. Es un acto de amor propio.

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