Mujeres con Alas: Elvia Carrillo Puerto
En una época en que a las mujeres se les negaba el derecho a opinar, estudiar y decidir, Elvia Carrillo Puerto nació para contrariar la norma.
Nacida en Motul, Yucatán, en 1881, en el seno de una familia comerciante, Elvia se formó en el Liceo de Niñas, y más tarde bajo la tutela del párroco local. Su pensamiento feminista germinó al contacto con las ideas de Rita Cetina Gutiérrez, pedagoga y poetisa cuya revista La Siempreviva se convirtió en una fuente clave de inspiración.
Educación y movimientos
Autodidacta, políglota y hablante de maya, Elvia se propuso alfabetizar y organizar a las mujeres de su comunidad, consciente de que la educación era el primer paso hacia la libertad.
Su activismo político inició en 1910, cuando participó en la rebelión armada del Plan de Dzelkoop contra el régimen oligárquico de los henequeneros, la llamada Casta Divina.
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Durante los años revolucionarios, Carrillo Puerto fue una figura clave en los congresos obreros y feministas. Defendió el voto femenino, el derecho al control natal, la educación sexual, y la participación política de las mujeres.
Fundó en 1919 la Liga Feminista “Rita Cetina Gutiérrez”, piedra angular de un movimiento que alcanzó a más de 60 comunidades en Yucatán.
En 1923, se convirtió en una de las primeras tres diputadas en el país, electa por el Congreso de Yucatán en un tiempo en que las mujeres ni siquiera tenían derecho al voto a nivel federal.
Ese mismo año participó en el Congreso Panamericano de Mujeres, donde escandalizó a muchos al hablar del “amor libre”, defendiendo el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su maternidad.
Ni un paso atrás
Pero la represión no tardó en llegar. Tras el asesinato de su hermano Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán, fue obligada a renunciar, hostigada y perseguida. Su activismo, sin embargo, no cesó.
Fundó nuevas ligas feministas, organizó a trabajadoras, y envió peticiones formales al Congreso para reformar el Artículo 34 constitucional. A pesar de los avances en algunos estados, como San Luis Potosí, el voto femenino fue negado una y otra vez por temor a que las mujeres fueran influenciadas por la Iglesia.
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Elvia vivió para ver la victoria. En 1953, el voto femenino fue finalmente reconocido en la Constitución. Un año antes, fue galardonada con la condecoración al Mérito Revolucionario, pero su lucha no fue celebrada en los libros de historia sino hasta décadas después.
Murió en 1965, casi ciega, pero con la dignidad intacta. Hoy, su legado vive en ligas feministas, estatuas, premios que llevan su nombre y en cada mujer que levanta la voz para exigir igualdad.
Elvia Carrillo Puerto no sólo luchó por el voto femenino: luchó por el derecho de las mujeres a ser ciudadanas completas.
Su vida es testimonio de que el cambio no se pide: se construye, se exige y se conquista.