“Niñas Madres”: el rostro más brutal de la desigualdad y la violencia patriarcal en México

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En 2024, más de 8 mil niñas entre 10 y 14 años se convirtieron en madres en México. Detrás de cada caso, hay violencia sexual, abandono institucional y estructuras patriarcales que marcan su destino.

Las niñas madres no eligieron serlo.

A diario, 22 niñas mexicanas enfrentan un parto, según datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO). Esto no es una excepción, sino una manifestación extrema de la violencia de género y la desigualdad estructural que viven miles de niñas en el país.

Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Michoacán encabezan la lista de estados con más casos. Todas entidades con una fuerte presencia de comunidades indígenas, donde la pobreza, el rezago educativo y las uniones forzadas siguen vigentes.

“La violencia sexual que vivimos las mujeres es por esa mezcla de violencia sexista, machista y adultista”, señaló Tania Ramírez Hernández, directora de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

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Violencia detrás del embarazo infantil

En su informe de 2022, REDIM documentó que el embarazo fue la segunda consecuencia más común en niñas y adolescentes atendidas en hospitales por violencia sexual.

En ese año, el 15% de las interrupciones legales del embarazo derivadas de una violación correspondieron a niñas de 10 a 14 años, según el Centro Nacional de Equidad de Género, Salud Sexual y Reproductiva (CNEGSR).

La mayoría de las veces, el agresor está dentro del entorno familiar o comunitario: padres, padrastros, tíos, vecinos.

“Ese tabú, esa instrumentalización de los cuerpos de las niñas, también explica por qué no se denuncia”, agregó Ramírez.

Uniones forzadas y matrimonio infantil: violencia legalizada

Aunque desde 2019 está prohibido el matrimonio antes de los 18 años, las niñas aún son vendidas o forzadas a unirse, especialmente en zonas rurales. Para Gabriela Rodríguez Ramírez, secretaria técnica de CONAPO:

“Cuando obligan a una niña a casarse con alguien que no conoce, es una forma de violación sexual. Es una práctica patriarcal gravísima”.

Relaciones desiguales, maternidades forzadas

Según María Elena Collado, de Ipas Latinoamérica y el Caribe, en seis de cada diez casos donde se conoce la edad del padre, el hombre es significativamente mayor que la niña:

“No son embarazos entre adolescentes. Son relaciones desiguales, de poder y dominio”.

Estas maternidades forzadas ponen en riesgo la vida de las niñas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el embarazo y parto son la segunda causa de muerte en adolescentes de 15 a 19 años.

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En menores de 15, el riesgo se agrava: eclampsia, hemorragias, anemia, además de afectaciones psicológicas graves.

Las niñas madres tienen menores niveles educativos, peores ingresos y mayor riesgo de desempleo, según datos del INEGI. La maternidad temprana perpetúa el círculo de pobreza y restringe sus oportunidades de vida.

¿Y el Estado?

En 2015, el gobierno lanzó la Estrategia Nacional para la Prevención de Embarazos Adolescentes (ENAPEA). Aunque ha habido avances —como una reducción del 20% en embarazos infantiles— los resultados son insuficientes, especialmente en niñas de 12 a 14 años, donde los nacimientos no han disminuido.

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