¿Podemos dejar de culpar a las madres?

Ellas DicenFamilia y Bienestar

En muchos lugares persiste la idea de que las madres son responsables del comportamiento de sus hijos, sin importar la edad que tengan.

Esta percepción, arraigada en normas machistas y misóginas, perpetúa una carga injusta sobre las mujeres, exigiéndoles una perfección imposible y culpándolas por las decisiones de sus hijos adultos.

Un estudio del Ministerio de Asuntos Sociales de España revela que los padres sienten que deben sacrificarse por el bienestar de sus hijos, estableciendo su dedicación como máxima prioridad. Una mayoría cree que la responsabilidad hacia los hijos no tiene límite temporal, con pocos considerando que esta responsabilidad termina cuando los hijos alcanzan la mayoría de edad o se independizan.

Esta presión se ve reflejada en el concepto de “buena madre”, que impone expectativas contradictorias y difíciles de alcanzar. Las mujeres son juzgadas por su desempeño maternal, quedando atrapadas entre ideales inalcanzables y juicios externos.

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Además, el sentimiento de culpa es uno de los mayores desafíos para las mujeres que han sido víctimas de violencia machista. Este sentimiento puede ser explotado por los agresores, utilizando a los hijos como instrumentos de control y daño hacia la madre, en lo que se conoce como violencia vicaria.

Reconocer que culpar exclusivamente a las madres por las acciones de sus hijos adultos no refleja la complejidad de las experiencias humanas. Factores como la genética, el entorno social y las experiencias personales también influyen en la formación de los individuos.

Para avanzar hacia la equidad, es necesario cuestionar y desmantelar estas normas sociales que perpetúan la culpa materna. Esto incluye promover políticas de conciliación efectivas, como permisos de cuidado y servicios de calidad, que alivien las tensiones y mejoren la experiencia maternal.

Dejar de culpar a las madres por las acciones de sus hijos adultos es colocar la responsabilidad donde corresponde y eso es algo que muchos no están dispuestos a hacer.

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