¿Qué significa ser un adulto funcional? Más allá de pagar cuentas y llegar puntual

Familia y Bienestar

La salud mental y el bienestar emocional ganan protagonismo, el término “adulto funcional” se escucha cada vez más. Pero ¿qué significa realmente? No se trata sólo de tener un empleo o cumplir responsabilidades básicas, sino de poder enfrentar la vida con autonomía, estabilidad emocional y capacidad de relacionarse de manera sana.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona funcional es aquella que logra satisfacer sus necesidades básicas, se adapta a su entorno y mantiene relaciones interpersonales saludables. No implica perfección, sino habilidades para vivir de manera independiente y con bienestar.

Características clave de un adulto funcional:

  • Toma decisiones responsables y se hace cargo de las consecuencias.
  • Maneja sus emociones sin agredir ni reprimirse constantemente.
  • Establece límites sanos en sus relaciones personales y laborales.
  • Cuida su salud física y mental, buscando ayuda cuando es necesario.
  • Administra su tiempo y recursos de manera consciente.
  • Acepta sus errores y trabaja en ellos sin culparse excesivamente.

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En contraste, un adulto disfuncional puede tener dificultades para cumplir compromisos, controlar impulsos, o mantener relaciones estables. A menudo, estas dificultades tienen raíces en entornos familiares adversos, experiencias traumáticas o falta de educación emocional.

Muchas personas aprenden a sobrevivir, pero no a vivir plenamente, por eso, convertirse en un adulto funcional suele implicar trabajo personal, a veces acompañado de terapia psicológica, apoyo comunitario o simplemente reaprendizaje de hábitos.

¿Ser funcional es sinónimo de ser feliz?

No necesariamente. Pero ser un adulto funcional sí aumenta las probabilidades de vivir con menos estrés, mejores vínculos y mayor capacidad para adaptarse a los cambios.

Según la ENBIARE 2021 más del 40% de los mexicanos reportaron síntomas de depresión o ansiedad, construir funcionalidad adulta también es una forma de cuidar la salud mental colectiva.

Ser un adulto funcional no es un estado fijo, sino un proceso continuo. Se trata de construir herramientas, sanar heridas y aprender a sostenerse con equilibrio entre el caos cotidiano. Porque ser adulto no es solo sobrevivir: es aprender a vivir con sentido.

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