Construir una relación positiva con la comida y el cuerpo

Ellas DicenFamilia y Bienestar

México, donde más del 70 % de la población adulta vive con sobrepeso u obesidad, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2022), hablar de alimentación suele estar cargado de juicios, mitos y estigmas.

Sin embargo, especialistas en nutrición y salud mental coinciden en que una relación positiva con la comida no se basa en la restricción ni en la culpa, sino en la comprensión, la flexibilidad y el respeto al cuerpo.

La narrativa tradicional suele dividir los alimentos en “buenos” y “malos”, lo que fomenta conductas alimentarias restrictivas y puede derivar en trastornos como la ortorexia o el atracón.

Construir una buena relación con la comida

Frente a ello, profesionales como la nutrióloga Ana Arizmendi, fundadora del Instituto de Psicología de la Alimentación, proponen una visión más compasiva: la comida no es moral. Comer pastel no te hace una mala persona, igual que comer ensalada no te convierte en buena.

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Este enfoque también ha sido respaldado por la Asociación Americana de Dietética, que impulsa el modelo de “alimentación intuitiva”, el cual invita a escuchar las señales internas de hambre y saciedad, reconocer las emociones que rodean el acto de comer y dejar atrás la cultura de las dietas.

Un punto para construir esta relación es desterrar el miedo a los alimentos llamados “chatarra”.

Si bien su consumo en exceso se asocia con enfermedades metabólicas, ningún alimento es dañino por sí solo. Demonizar una bolsa de papas fritas o una rebanada de pastel genera ansiedad y muchas veces lleva al ciclo de restricción y atracón; por lo que hay que abogar por una educación alimentaria sin culpas.

¿Y sobre el cuerpo?

Otro de los puntos a considerar en una buena relación con la comida es nuestra relación con el cuerpo.

Promover una imagen corporal saludable implica dejar de comentar sobre el cuerpo de otras personas. Criticar el peso, el tamaño o los hábitos alimenticios de alguien no sólo es invasivo, también puede resultar dañino.

El estigma corporal es un factor de riesgo para la depresión, la baja autoestima e incluso el desarrollo de trastornos alimentarios.

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Las campañas de salud pública en México han avanzado en la regulación del etiquetado y la venta de productos ultraprocesados en escuelas, con el objetivo de proteger a la infancia. No obstante, el diálogo sobre la alimentación debe incluir también el componente emocional y social.

Comer es una necesidad, pero también es cultura, placer, reunión. Y enseñar a niñas, niños y adultos a disfrutar los alimentos con conciencia, sin temor ni vergüenza.

Una relación sana con la comida no se construye con prohibiciones, sino con información, libertad y respeto al cuerpo propio y ajeno.

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