Siria impone uso obligatorio de burkini en playas públicas
El Ministerio de Turismo de las autoridades de transición en Siria decretó este martes que todas las mujeres deberán usar obligatoriamente burkinis —prendas de baño que cubren todo el cuerpo— al acudir a playas públicas en el país.
La normativa, publicada en la página oficial del Ministerio en Facebook, también incluye restricciones para los hombres: “se ordena usar una camiseta cuando no se esté nadando”, y “no está permitido aparecer con el torso desnudo en lugares públicos, hoteles o restaurantes”, fuera de las zonas de baño.
Estas disposiciones no aplican a hoteles internacionales ni resorts de lujo, donde seguirá permitiéndose el uso de “trajes de baño occidentales”, siempre que se respeten las “normas de conducta”. Además, el Ministerio recomendó que, en espacios públicos, tanto hombres como mujeres usen ropa que cubra hombros y rodillas, evitando prendas transparentes o delgadas.
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La medida se enmarca en la nueva Constitución firmada en marzo por el presidente de transición, Ahmed al Shara —conocido como Abú Mohamed al Golani—, que establece al Islam como religión oficial del Estado y a la jurisprudencia islámica como fuente principal de legislación.
Desde el noreste del país, las autoridades kurdas autónomas han expresado su rechazo a esta imposición, al considerar que “no refleja la diversidad del pueblo sirio” y que adopta un estilo similar al del régimen de Bashar al Assad, quien huyó a Rusia en diciembre tras más de dos décadas en el poder.
El decreto sobre el burkini llega en un momento clave para Siria, que cumple seis meses desde la caída del régimen de Al Assad, en medio de una lenta pero significativa recuperación internacional. Sin embargo, el país sigue enfrentando profundos desafíos sociales y políticos en una transición que podría extenderse por al menos cinco años.
Para algunos sectores, la medida representa una reafirmación de los valores islámicos en el proceso de reconstrucción nacional. Para otros, es un retroceso en las libertades individuales y un reflejo de viejas prácticas autoritarias que persisten, incluso en la nueva era pos-Assad.
