“Débiles, histéricas y manipulables”: los absurdos argumentos que negaron el voto a las mujeres en México

Ellas Dicen

Durante décadas, las mujeres mexicanas fueron excluidas del derecho al voto con argumentos que hoy resultan insultantes e irracionales, pero que en su momento fueron esgrimidos por políticos, académicos y líderes religiosos para justificar su marginación de la vida pública.

En lugar de reconocerlas como ciudadanas plenas, el discurso dominante las retrataba como emocionalmente inestables, vulnerables a la manipulación clerical y carentes de capacidad para la política.

Entre los argumentos más absurdos que se usaron para negarles el sufragio destacan:

  • Que las mujeres eran “demasiado emocionales” para tomar decisiones racionales en las urnas.
  • Que su lugar natural era el hogar y la maternidad, no la plaza pública.
  • Que al votar, serían manipuladas por el clero, poniendo en riesgo el Estado laico.
  • Que no tenían suficiente educación ni interés en los asuntos nacionales.

Incluso figuras como el expresidente Porfirio Díaz, que promovía una imagen de modernización, jamás contemplaron seriamente incluir a las mujeres en los procesos democráticos.

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Años más tarde, durante la Revolución Mexicana, aunque las mujeres participaron activamente como soldaderas, enfermeras y organizadoras, sus demandas políticas fueron minimizadas o ignoradas.

Fue hasta el 17 de octubre de 1953, bajo el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, que se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional que reconocía el derecho al voto de las mujeres en elecciones federales.

Este cambio fue resultado de décadas de lucha de feministas como Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo y Refugio García, entre muchas otras.

Sin embargo, la primera vez que las mujeres votaron en una elección federal fue el 3 de julio de 1955, cuando pudieron participar en los comicios para renovar la Cámara de Diputados.

Hoy, recordar los absurdos históricos que negaron a las mujeres su derecho al voto no solo revela el peso del machismo institucionalizado, sino también la fuerza de las mujeres mexicanas que, a pesar de los obstáculos, lograron abrirse camino en la vida pública.

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