Sin velo, sin miedo: las mujeres iraníes desobedecen al régimen

Ellas Dicen

A pesar de las amenazas, los castigos y la vigilancia, las mujeres iraníes han dejado claro algo que ya no puede ignorarse: el hiyab obligatorio ha perdido su poder de control.

En las calles, en los funerales y en los medios, el velo cae como símbolo de un régimen que ya no puede imponer su voluntad con la misma fuerza.

Irán ha cambiado desde la muerte de Jina Mahsa Amini”, afirma una investigadora de género y periodista, en entrevista para DW. Como muchas otras, ha optado por salir sin velo, incluso a riesgo de advertencias oficiales, amenazas de muerte y acusaciones de propaganda. Pero no está sola.

Del funeral al frente de lucha

El 12 de mayo, el país volvió a ser testigo de una ruptura histórica: en el funeral de la escritora Shiva Aristoui, mujeres sin hiyab cargaron su ataúd, una tarea tradicionalmente reservada a los hombres.

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Un acto impensable hace apenas unos años, hoy representa el avance del movimiento “Mujer, vida, libertad”, que ha transformado silenciosamente la vida cotidiana de millones.

Las mujeres que protagonizan estos cambios evitan a la prensa extranjera y la exposición pública. No por miedo a la convicción de su lucha, sino por una estrategia de supervivencia: cualquier contacto con medios internacionales puede ser penalizado como “colaboración con gobiernos enemigos”.

El precio de contar la verdad

Un ejemplo de este riesgo es el caso de Nilufar Hamedi, periodista reconocida internacionalmente por haber informado sobre la muerte de Jina Mahsa Amini en 2022.

Su foto de los padres de Amini llorando se convirtió en un símbolo global de las protestas, pero también en su sentencia: fue arrestada, condenada a 13 años de prisión y acusada de delitos graves contra el Estado.

Tras 17 meses detenida, Hamedi fue liberada bajo fianza en enero de 2024 y recibió el indulto del líder supremo Alí Jamenei en febrero de 2025. Sin embargo, no ha claudicado: el 11 de mayo, publicó un nuevo artículo en el diario Shargh, marcando su regreso oficial al periodismo en Irán, 2800 días después de aquel primer reportaje.

Un régimen que ya no impone, sólo resiste

En contraste con estas resistencias civiles, voces conservadoras como la de Ali Motahari, político islámico de línea dura, intentan minimizar los hechos.

En la reciente Feria Internacional del Libro de Teherán, declaró que “la política sobre el hiyab ya no sigue normas estrictas” y que la policía solo debe intervenir ante “infracciones graves”.

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Sin embargo, Motahari fue el mismo que en 2014 exigió sanciones más duras por “usar pantalones bajo el abrigo”, señal clara del extremismo que representaba.

Para la teóloga y defensora de derechos humanos Sedigheh Vasmaghi, no hay lugar a dudas: El Estado no ha aceptado lo que las mujeres han logrado. Pero tampoco tiene la fuerza para frenar este cambio, ni mucho menos revertirlo”.

La revolución que no lleva pancartas

La transformación no ocurre en las plazas ni en los parlamentos. Ocurre en las decisiones personales, en cada mujer que opta por salir sin velo, en cada madre que carga un ataúd, en cada periodista que vuelve a escribir.

Esta desobediencia cotidiana ha puesto en jaque a un sistema que solía controlarlo todo, incluso la vestimenta.

Hoy, el velo sigue siendo ley, pero cada vez más, es una ley que se desobedece con dignidad, coraje y determinación.

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