Sangrar entre rejas: la otra condena de las mujeres en prisión
En México, más de 14 mil mujeres viven privadas de su libertad. Lo hacen en cárceles construidas para hombres, bajo normas pensadas para cuerpos masculinos, y con un sistema penitenciario que ignora una necesidad fundamental: menstruar con dignidad.
Toallas sanitarias: un lujo de contrabando
En muchas cárceles mexicanas, las mujeres deben improvisar sus productos de higiene menstrual con telas, calcetines rotos o las esponjas de sus sostenes.
El Estado no garantiza su abasto y, cuando existen, un paquete de toallas puede costar hasta diez veces más que en el exterior. No hay presupuesto, no hay política pública y no hay voluntad.
En la recomendación 35/2021 de la CNDH, se documentó que la ausencia de productos menstruales no es un descuido administrativo, sino un castigo estructural.
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Las mujeres prolongan el uso de una sola toalla más de 48 horas. Es insalubre, doloroso y, muchas veces, mortal.
En lugares como el penal de Islas Marías, el agua amarillenta, caliente y salitrosa se filtra con calcetines. Imposible pensar en el uso de copas menstruales o en mantener alguna higiene.
Cifras que el Estado no quiere hacer suyas
Una mujer requiere en promedio 24 toallas al mes. Si se calcula por 12 meses y por las más de 14 mil internas que existen actualmente, se necesitarían al menos 4 millones de toallas sanitarias al año.
Pero el sistema penitenciario no contempla ni un sólo peso para ello. Se define como una doble condena: carcelaria y corporal.
Un derecho negado, una lucha urgente
En marzo de 2024, se lanzó la campaña #UnPeriodoEnPrisión, impulsada por la organización Mujeres Unidas por la Libertad.
Gracias al apoyo de Fondo Semillas y la iniciativa privada, lograron distribuir 6 mil toallas sanitarias y 11 mil rollos de papel higiénico en siete cárceles del Estado de México. Fue una excepción, no una norma.
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La menstruación no se detiene en prisión. Pero sí se vuelve más dolorosa, más sucia y más silenciosa. Las mujeres privadas de libertad no piden lujos: sólo un derecho tan básico como humano: no sangrar con basura.